MiCA y notarios públicos

Ley MiCA y el futuro de los notarios: ¿una oportunidad para modernizar la fe pública?

Hasta hace poco, hablar de criptomonedas era cosa de tecnólogos y entusiastas. Hoy, se ha convertido en una cuestión institucional. Europa no solo ha decidido regular el fenómeno cripto, sino que ha puesto sobre la mesa un modelo que podría transformar el trabajo de los notarios y registradores públicos en el mundo: el Reglamento MiCA.

Mientras en América Latina se debaten reformas profundas en los sistemas notariales —como la aprobada recientemente por el Senado chileno tras seis años de espera— Europa da un paso audaz al legislar lo intangible. Y esto tiene consecuencias directas en el papel del notariado.

¿Qué es MiCA y por qué cambia las reglas del juego?

La sigla MiCA significa Markets in Crypto-Assets y representa el primer intento serio de crear un marco legal uniforme para las criptofinanzas en la Unión Europea. Aprobado oficialmente en 2023, entrará en vigor en fases entre 2024 y 2025.

Pero más allá del ecosistema cripto, MiCA introduce algo que toca fibras sensibles en el universo notarial: la noción de confianza digital delegada. Traducido a términos simples: entidades no estatales podrán actuar como garantes de operaciones económicas, registrando movimientos en blockchain con la misma validez que una inscripción tradicional.

¿Desintermediación o reinvención del notariado?

La idea de prescindir de notarizaciones presenciales no es nueva. De hecho, fue uno de los puntos más polémicos de la reforma notarial chilena. El proyecto inicial proponía desnotarizar varios trámites menores, otorgando funciones de fe pública a nuevos actores. La versión final abandonó esa idea, pero mantuvo elementos clave: más fiscalización, límites a los nombramientos hereditarios y digitalización obligatoria de procesosSenado aprobó y despac….

MiCA, por su parte, no habla de notarios, pero plantea una realidad que los interpela: si una transacción puede validarse criptográficamente y almacenarse en un registro inmutable... ¿para qué hace falta un fedatario tradicional?

Lo que los notarios públicos pueden aprender de MiCA

Lejos de sonar como una amenaza, el marco MiCA puede representar una ventana de oportunidad. Pero eso implica un cambio profundo en el rol tradicional del notariado.

1. Adopción tecnológica real

No basta con tener una firma electrónica. MiCA empuja hacia registros distribuidos, tokenización de activos y automatización contractual (smart contracts). Si los notarios quieren seguir siendo garantes de la fe pública, deben formarse en estas tecnologías.

2. Supervisión proactiva, no reactiva

La experiencia chilena demuestra que esperar a que el sistema colapse para reformarlo genera desgaste institucional. La regulación MiCA es un ejemplo de anticipación legislativa. Los cuerpos notariales deben participar en el diseño de estas normativas, no adaptarse a ellas tarde y mal.

3. Transparencia y acceso

Uno de los puntos fuertes de MiCA es la obligación de transparencia hacia los consumidores. ¿Por qué no aplicar esto al sistema notarial? Tarifas claras, plataformas accesibles, atención digital. No se trata solo de eficiencia, sino de recuperar la confianza ciudadana.

América Latina y EE.UU.: entre la resistencia y el cambio

Mientras en Europa se debate cómo aplicar la inteligencia artificial al notariado, en muchos países latinoamericanos aún persiste una estructura feudal del cargo. La reforma chilena —aunque incompleta— eliminó los nombramientos por parentesco y descentralizó la fiscalización. Es un comienzo.

En Estados Unidos, los notarios públicos enfrentan una disyuntiva similar. Si no se adaptan a la economía digital, corren el riesgo de volverse irrelevantes en un sistema cada vez más descentralizado y transfronterizo.

¿Estamos preparados para una fe pública sin papel?

La pregunta ya no es si llegará una transformación del sistema notarial, sino cómo y quién la liderará. MiCA, con todos sus desafíos, nos obliga a imaginar un notariado más ágil, menos burocrático y profundamente conectado con las nuevas economías.

Tal vez, como ocurrió en Chile, no todos los cambios propuestos logren pasar. Pero incluso un paso parcial hacia la transparencia, la digitalización y la meritocracia vale más que una década de inmovilismo.

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